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miércoles, 16 de marzo de 2011

Las Glorias que guardan a Cádiz, Ntra. Sra. de La Palma Coronada

Virgen de La Palma, bajo tú protección divina


Si existe un lugar por antonomasia en nuestra ciudad que tenga conocimientos de fuertes vientos, borrascas, temporales y hasta tsunami, ese es sin lugar a dudas, el gaditanísimo Barrio de la Viña. Un barrio ligado principalmente por su situación geográfica, a los vientos del oeste, del sur y del suroeste. Vientos de tempestades y torbellinos que encontrarán como guardianes de ese barrio, a las muros milenarios de San Sebastián y Santa Catalina, y como protección divina, a una Virgen, la de La Palma, para que a sus vecinos les sirva de auxilio.


Vientos embravecidos que se inmiscuye al este por la calle San Félix, Corralón de los Carros, Tío de la Tiza, Trinidad, Patrocinio, Belén, Celestino Mutis, Pastora, Hermano Ignacio y Virgen de las Penas. Que se hacen perversos al oeste cuando corretean desenfrenados por la calle Venezuela, Cristo de la Misericordia, Cardoso, Portería de Capuchinos, Arricruz y San Nicolás. Y que se vuelven mansos cuando es la calle de La Palma la que alza a los Cielos su Estandarte para salvaguardar de esa manera, las almas de todos aquellos que se posan a sus plantas para rezarle. Y al fondo de su calle -esa que pernocta cada día en el mar- una torre-campanario como un centinela espiritual, desde que en 1.693, una familia, la de Peñalba, cediera sus viñas denominadas de “malavá”, para que fuese en ese terreno donde se sembrasen hasta la eternidad, las uvas sagradas de la Eucaristía.


Vientos que se transforman en penurias y calamidades, cuando es la tempestad la que se introduce por el interior de cada una de las casas del Barrio de la Viña, trayendo así; necesidad, amargura y pobreza. Vientos que arrancan de un mismo corazón, el dolor resquebrajado y la pena afligida de una propia Madre que cada Lunes Santo, llora la muerte de su Hijo clavado en la Cruz. Vientos de sufrimiento y desconsuelo para aquellos que desesperados suspiran por Tú Misericordia, clamando la falta de aura para seguir viviendo y un trozo de pan para poder compartirlo.


Y antes esos vientos impetuosos con nubarrones que revolotean sin dirección controlada un barrio que mira a través de su mar al infinito, unos gozos con devoción, a la que es Madre de Dios y Reina de La Palma Coronada:


Virgen María
Mística Palma
Tú eres Señora
nuestra Esperanza.

Ya a mucho tiempo
que por Tú causa
se libró Cádiz
de una desgracia.

Al ver Tú imagen
¡oh! Madre amada
se retiraron
al mar las aguas.


Pedro Bueno Cruces

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