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domingo, 31 de octubre de 2010

Dialogo con el Señor de la Expiración de Cádiz

"Y el viento de levante se calmó. Y mi corazón comenzó a latir. Era él quien me guiaba esta vez. Y escuché una última campana que no repicaba...me hablaba, me llamaba. Y hasta esa Iglesia que un Santo Ángel guarda celosamente desde hace siglos, llegué. Sólo con atravesar el dintel de la puerta las lágrimas afloraron en mis ojos. Sólo con verte, con tu simple presencia, mi alma se llenó de Ti, Padre, Cristo mío de la Expiración.
- No me atrevo Padre mío,
ni a decirte estas palabras.
Ahora que estoy junto a Ti,
ahora que estoy a tus plantas
soy plenamente feliz.
Aquí me tienes Señor,
volviendo a Ti, mi mirada
buscando en Ti el consuelo
de ésta, mi vida truncada.
Pero Tú nunca me miras,
tus ojos al cielo claman
y yo pobre pecador
junto a tu imagen, Señor
me siento que no soy nada.
Que en tu último suspiro
se escapa toda tu vida,
toma mi vida, Señor
que no tiene ya sentido
si no te tengo en la mí.


- Hijo mío ya no sufras
que yo noto tu mirada
y aunque yo tengo la mía
en lo más alto clavada,
quisiera poder mirarte
ahora que estás a mis plantas.

- Yo no lo merezco Padre
sólo una cosa te pido,
permanece aquí en mi vida,
que yo esté siempre contigo,
Tú das sentido a este mundo
que sin Ti estaría vacío.

- Yo jamás te dejaré
y aunque muero en mi dolor
contigo siempre estaré
dentro de tu corazón.

- Padre ya no puedo verte,
nunca acabas de vivir,
nunca acabas de morir
y aunque vences a la muerte
yo no quiero verte así.
Que tu dolor es el mío,
que me duelen tus heridas,
que quiero quitar los clavos
de tus manos doloridas
y arroparte con las mías,
con estas manos vacías.

- Hijo mío es mi destino
es la historia de mi vida
que ahora entrego en esta cruz
en medio de mi agonía.

- ¡¡Padre, vuélveme tus ojos!!

- Hijo mío no me insistas
que yo quiero y no puedo
cruzar tu vista y la mía.

- Hoy por fin es Viernes Santo,
siempre lo es en mi vida,
vas sólo sobre tu paso
y a tus pies con un rosario
va un penitente descalzo
que nunca te dejaría
solo mientras él viva.
Y aunque sé que soy inútil,
que no te sirvo de nada,
no te dejo Padre mío,
contigo adonde tú vayas.

- Hijo mío yo te quiero,
tú siempre conmigo estás
y aunque sé que eres humano,
te quiero como a un hermano
y mi vida entrego ya.

- Ya me marcho, mi Señor,
una súplica te hago,
dirige toda mi vida
y permanece a mi lado.

- Vete tranquilo, hijo mío
que nunca te dejaré,
yo siempre estaré contigo,
yo por siempre te querré.

- Yo a Ti también, Padre mío.



Vicente Rodríguez, Pregón Cádiz Pasión Cuaresma 2006

domingo, 24 de octubre de 2010

Solo dos adoquines

Van para treinta años que mi vocabulario comenzó a ampliarse con palabras nuevas, como corriente, fiador, costal, llamador, Gran Poder, Montserrat, Monte-Sión… Pese al tiempo transcurrido, recuerdo perfectamente donde estaba cuando escuché por primera vez dos palabras que desde entonces se han hilvanado en mi vida de forma ya indisoluble. Recuerdo el lugar e incluso a la persona a la que le escuché por primera vez decir aquellas dos palabras conjugadas, con las que años después bauticé a mi hija: Esperanza Macarena.

Soy forastero, como otros tantos. Sé de la ilusión de los chiquillos sevillanos por recorrer la rampa del Salvador por referencias. De oídas. Por eso, siempre que el calendario da la vuelta para el cofrade en los días primeros de la primavera pido permiso para entrar en Sevilla.

Mis antepasados no hicieron grande esta Semana Santa como los de tantos sevillanos, pero me permito llamar a la puerta y entrar a sabiendas de que, pese a la multitud, mi respeto y admiración a todo lo que la ciudad es capaz de mostrar durante nueve jornadas, de Domingo a Domingo (con mayúsculas) contando como una más la Madrugá, es el único salvoconducto que se me exigirá para poderme hacer un hueco en cualquier acera y estar en el único lugar del mundo donde quiero estar en estos días.

A mis cuarenta y muchos años ya, la vida comienza a sosegarse. Las incertidumbres juveniles quedaron atrás y aunque la vida no está exenta de sobresaltos y sorpresas, no es menos cierto que a estas alturas ya comienzas a disfrutar de una cierta estabilidad, personal, profesional y familiar. No he sido hombre de grandes ambiciones, aunque sólo sea por aquello de que “no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”. Por ello, a estas alturas, a menos desde mi condición de cofrade, tengo claro donde quiero estar en el resto de las primaveras que me quedan por vivir, mientras que mi cuerpo sea capaz de sostener mis ganas por revivir cada año, como si el tiempo fuera la rueda de una rueca que hilara los recuerdos, los instantes que marcan de fiesta la memoria.

Sé que somos muchos y que no hemos hecho mérito para que Sevilla nos haga un sitio, por eso cuando compruebo ya que la Virgen de la Aurora se me pierde por la calle San Luis y es imposible prolongar la ensoñación, emprendo el camino de vuelta dándole gracias a esta ciudad, por ser como es y dejarme asomarme a ella.

Hay quien ansía una parcela para construirse un chalet e incluso los hay que, si pudieran, se compraban una isla para ellos solos. Yo sólo ansío poder tener un par de adoquines en Sevilla donde depositar mis pies y encontrarme a mí mismo cada Semana Santa.

Gracias Sevilla.


Manuel Bernal Andamoyo.

Publicado en la Revista de Cope Sevilla “Saeta”.

domingo, 17 de octubre de 2010

El olor a nardos

De los cincos sentidos por el que percibimos las sensaciones las personas, considero que hay dos que tienen la facultad de trasladarnos en el espacio y en el tiempo. Son el oído y el olfato. La música, una melodía, es capaz de hacernos revivir las emociones que en un momento determinado y especial, nos hizo sentir. Muchas veces, las notas musicales están impregnadas de recuerdos. Y algo muy parecido ocurre con el olor. Hay uno que, sin lugar a dudas, tiene la capacidad de introducirme en un perfumado túnel del tiempo y el espacio. Me imagino que esta misma sensación podrá percibir muchos de los ciudadanos de tantas localidades como en este tornasol de otoño, celebran la festividad de su Patrona y cuyos priostes o camaristas eligen las varas del nardo para adornar su paso el día de su triunfal salida procesional.

Por gaditano, a mí, el olor atolondradamente dulce del nardo, trae a mi mente las estampas de un patio con cuatro pozos en las esquinas, de un compás empedrado de cantos rodados y un altar de mármol desde donde parece sonreírnos a todos, una imagen de la Virgen que, acaso, acaba de despertar a su Niño para que juegue con las decenas de escolares que se han acercado estos días, para ofrendarle su varita de nardos.


Esta semana, acabamos de celebrar el día de la Patrona de Cádiz y aún parece impregnado del olor penetrante del nardo, el recorrido de su salida procesional. El arrebato de olor de esa flor, permanecerá como Ella, invariable años tras años, mientras que para el resto va transcurriendo inexorable el tiempo. La conocí de niño con la frescura del alba reposada en sus mejillas y mientras yo he ido cumpliendo décadas el rostrillo que enmarca su cara, parece haber aprisionado para siempre, el candor lozano de las mocitas del barrio. Puede que no sea una flor de las más bellas, pero, cuando veo pasar a la Virgen del Rosario pienso que así es como debería oler siempre las estancias de una reina aquí en la tierra, pero estoy seguro, que una fragancia muy parecida a esa, serán la que percibirán las almas cuando son llamadas a su presencia allá en los algodonales del cielo.



Fdo. Manuel Bernal Andamoyo

viernes, 15 de octubre de 2010

Revista Semana Santa de Cádiz, año 1981

Revista editada en el año 1981 por la Caja de Ahorros de Cádiz. Textos de Jose Manuel García Gómez y Fotografías de Jose A. Guillén Franco


Para acceder a la revista pinchar "aquí", o directamente sobre la fotografía

domingo, 10 de octubre de 2010

A modo de carta para una Semana Santa que se avecina

Querido amigo Paco:

Tengo que reconocer que fui un marido y padre prematuro. Cuando mis amigos y compañeros están inmersos en la vorágine de organizar la Primera Comunión de sus hijos, cuando no atareados cambiando aún pañales, reconozcámoslo, los que más se han resistido a pasar poa la vicaría, ni tanto ni san Carlos, hete ahí que yo me encuentro inmerso en la organización del viaje de fin de carrera de mi hija y hace ya algunos meses que he comprobado, como, el chico de la casa, lo que se dice le chico de la casa, soy yo, porque el último que se sumó a la familia me saca ya dos dedos por encima de mi despoblada coronilla.

Dios ha querido premiarme con dos hijos cofrades que no es tan de cajón Paco, a pesar de que mi mujer y yo lo seamos. Conozco casos que de padres cofrades han resultado hijos indiferentes, cuando no abiertamente contrarios a estos gustos nuestros. Pero, yo tengo la suerte de que mis hijos sean cofrades.

Así, desde hace tiempo, tengo que tener cuidado a la hora de decir el nombre de una marcha, una fecha señalada de cualquier hermandad, o la advocación de una imagen si no quiero ser rectificado inmediatamente. Para saber qué sucede en el mundillo cofrade, me sobra con preguntarles a mis hijos, porque ellos están al hilo de lo que se cuece en los portales internautas, en la que se recogen la última hora y hasta el último minuto de lo que pasa de puertas para dentro de cada casa de hermandad.

Yo siempre entendí que el concepto de cofradía de familia venía de arriba abajo, de padres a hijos, pero ahora compruebo que también de tus hijos puede venirte el afecto, el cariño y la afiliación a una hermandad.

Mi mujer y yo tenemos la nuestra, pero desde hace tiempo, cuando nos reunimos a comer los cuatro juntos cada vez se habla menos de la nuestra, para hablar más de las suyas. Así vivimos juntos la ilusión por estrenar los nuevos ciriales que con cirios verdes iluminan la delantera del paso del Cristo de la Vera-Cruz; el rostro de la Virgen de la Soledad en mucho de los rincones de mi casa y me enseñan en primicia las fotografías de sus Titulares que se venderán en los cultos de la próxima Cuaresma en la mesa petitoria. Hasta me he sorprendido preparando lacitos vedes y negros, esos que luego mis mismo vástagos me han ensartado en la solapa de la chaqueta, previo abono claro está, de una monedillas.

La edad que todo lo relativiza y hace que te tomes las cosas con mayor mesura, me ha llevado a esa situación en la que desde hace días siento una nueva ilusión por la venidera Semana Santa. He sido niño cofrade, adolescente cofrade, joven novio y marido cofrade. Pero ahora vivo plenamente mi condición de padre cofrade y ya llevamos días, mi hijo y yo, planeando cuál va a ser el itinerario que haremos juntos para no perdernos ni una. Así que aquí me tienes amigo Paco, de nuevo como un chiquillo loco por corretear las calles de la ciudad, buscando junto a mi hijo los momentos, que tras el próximo Domingo de Resurrección serán nuestra nostalgia compartida, nuestros mismos recuerdos. Los recuerdos que compartiremos mi hijo y yo de la Semana Santa que ya llama a la puerta.

Manual Bernal Andamoyo

viernes, 8 de octubre de 2010

Caireles, revista cofrade octubre

Publicación cofrade del foro cofrade la bambalina dorada, para acceder a ella pincha en la fotografía

viernes, 1 de octubre de 2010

Procesión coronación Virgen de Regla, Sevilla Septiembre de 2010









PD. Fotografías realizadas por el matrimonio Oviedo- Gestoso