"Y el viento de levante se calmó. Y mi corazón comenzó a latir. Era él quien me guiaba esta vez. Y escuché una última campana que no repicaba...me hablaba, me llamaba. Y hasta esa Iglesia que un Santo Ángel guarda celosamente desde hace siglos, llegué. Sólo con atravesar el dintel de la puerta las lágrimas afloraron en mis ojos. Sólo con verte, con tu simple presencia, mi alma se llenó de Ti, Padre, Cristo mío de la Expiración.
- No me atrevo Padre mío,ni a decirte estas palabras.
Ahora que estoy junto a Ti,
ahora que estoy a tus plantas
soy plenamente feliz.
Aquí me tienes Señor,
volviendo a Ti, mi mirada
buscando en Ti el consuelo
de ésta, mi vida truncada.
Pero Tú nunca me miras,
tus ojos al cielo claman
y yo pobre pecador
junto a tu imagen, Señor
me siento que no soy nada.
Que en tu último suspiro
se escapa toda tu vida,
toma mi vida, Señor
que no tiene ya sentido
si no te tengo en la mí.
- Hijo mío ya no sufras
que yo noto tu mirada
y aunque yo tengo la mía
en lo más alto clavada,
quisiera poder mirarte
ahora que estás a mis plantas.
- Yo no lo merezco Padre
sólo una cosa te pido,
permanece aquí en mi vida,
que yo esté siempre contigo,
Tú das sentido a este mundo
que sin Ti estaría vacío.
- Yo jamás te dejaré
y aunque muero en mi dolor
contigo siempre estaré
dentro de tu corazón.
- Padre ya no puedo verte,
nunca acabas de vivir,
nunca acabas de morir
y aunque vences a la muerte
yo no quiero verte así.
Que tu dolor es el mío,
que me duelen tus heridas,
que quiero quitar los clavos
de tus manos doloridas
y arroparte con las mías,
con estas manos vacías.
- Hijo mío es mi destino
es la historia de mi vida
que ahora entrego en esta cruz
en medio de mi agonía.
- ¡¡Padre, vuélveme tus ojos!!
- Hijo mío no me insistas
que yo quiero y no puedo
cruzar tu vista y la mía.
- Hoy por fin es Viernes Santo,
siempre lo es en mi vida,
vas sólo sobre tu paso
y a tus pies con un rosario
va un penitente descalzo
que nunca te dejaría
solo mientras él viva.
Y aunque sé que soy inútil,
que no te sirvo de nada,
no te dejo Padre mío,
contigo adonde tú vayas.
- Hijo mío yo te quiero,
tú siempre conmigo estás
y aunque sé que eres humano,
te quiero como a un hermano
y mi vida entrego ya.
- Ya me marcho, mi Señor,
una súplica te hago,
dirige toda mi vida
y permanece a mi lado.
- Vete tranquilo, hijo mío
que nunca te dejaré,
yo siempre estaré contigo,
yo por siempre te querré.
- Yo a Ti también, Padre mío.
Vicente Rodríguez, Pregón Cádiz Pasión Cuaresma 2006
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