Los carteles que nos informan de la celebración de la Semana Santa deben de ser eso, carteles que nos digan que en cierto lugar se celebra esta fiesta religiosa. Pero como nuestra fiesta a parte de la Fé que se da por hecho, debe de mostrar sus encantos, sus virtudes, los momentos, siempre he pensado que en un buen cartel se debe de oler hasta el incienso.
Un buen cartel de cualquier lugar no es la paloma que simboliza el Espiritu santo, aunque si es un elemento que bien podría estar si se usara como cartel el Palio de la Trinidad de Cádiz, o del Sagrado Decreto de Sevilla, por poner un ejemplo de simbolismo "semanasantero".
Un buen cartel de cualquier lugar no es la paloma que simboliza el Espiritu santo, aunque si es un elemento que bien podría estar si se usara como cartel el Palio de la Trinidad de Cádiz, o del Sagrado Decreto de Sevilla, por poner un ejemplo de simbolismo "semanasantero".
En un cartel la imagen de un titular nos indica que efectivamente existe una determinada talla, un determinado misterio o una determinada advocación, pero no me trasmite ese sentimiento si carece de otros sentidos mas allá de la vista.
Los carteles son el fruto de los movimientos de las cofradías, del discurrir de un día en concreto, de una noche, de una luna, o de la luz. Es el humo que salen de los incensarios, puede ser la pasión de una mirada de un nazareno, o de un saetero o de un niño. Un cartel es mas que un monumento a mostrar, es la invitación a vivir una semana en toda su amplitud.
Esperemos que tomen nota los dirigentes de Cádiz, y sigan el camino que aunque no perfecto han retomado tras el desafortunado periplo "pinturero", y sigan mostrando la Semana Santa como es, una amalgama de sentimientos.
“A la pá de Dió”
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