Con suma facilidad caemos en para mí en este craso error no consiguiendo, en las más de las veces, mas que causar daño he incluso ofender a quien hacemos blanco de comentarios de esta guisa e incluso llegar a enfrentamientos banales que llegan en demasiadas ocasiones a manchar el nombre de la tierra que nos vio nacer.
No querría poner ejemplos por todos conocidos y simplemente por el hecho de no caer en lo anterior no los pondré, pero estarán Uds. conmigo, queridos amigos, que este es un hecho y por desgracia cada vez más acentuado en nuestra sociedad.
Sólo y exclusivamente vale lo nuestro, lo nuestro es lo mejor, lo nuestro, lo nuestro… y el resto, si se conoce se desprecia y si no, simplemente no existe.
Pero el Sur, nuestro Sur infinito, sabio y tolerante. Rico en historia porque el mismo es la Historia.
Grande y pequeño a la vez, como todo gran tesoro, supo, ha sabido y sabe mal que les pese a algunos, enseñarnos a todos aquellos a quienes nos dió lecho para nacer, tierra para vivir y cielo para creer, que la Pasión, Muerte y Resurrección de aquél que se engendró en el virginal vientre de María, aquí y en cada rincón de nuestra bendita tierra, se escribe de manera distinta precisamente para darle la grandeza que tiene y hacerlo patrimonio universal del Sur.
Semana Santa al Sur de la historia, grande, distinta, única.
Y Cádiz.
Me enamoré una vez y quedó para siempre grabado tal hecho en mi corazón, de una Mujer, con mayúsculas, de los confines del Barrio de San Miguel.
Era Viernes de Dolores y quiso Ella que a solas nos contáramos cosas.
Cuando concertamos la cita yo le llevaba una rosa roja que mira tú por donde no terminó en sus manos sino a los píes de alguien que miraba desesperadamente al cielo.
- ¿Quién eres? Me preguntó.
- Soy Paco, Paco Rincón, cofrade de Cádiz Señora.
- ¿Y que haces aquí, si Uds. los gaditanos….?
- Ya vé, Señora, soy de Cádiz y sin embargo aquí me tiene “rendío” a sus plantas. La vida me ha enseñado Señora que eso del Non Plus Ultra era un poquillo…. Y sin renunciar a lo mío quiero seguir creciendo. Quizás, Señora, porque esto a mí me gusta tela.
- Y cuéntame, me dijo y allí en Cádiz, qué.
Aquella pregunta reconozco que me dejo un poco inquieto porque note una sonrisilla socarrona mientras me la dirigía, pero era tan Señora, tan…. Que no tuve reparos en responderle.
- Mire, Señora, allí en Cádiz o aquí al “laíto”, que es como más de casa, vivimos como en todos los sitios de Andalucía de manera especial la Semana Santa, aunque permítame que le diga que a veces, muchas para que mentirle, me enfade un poquillo del desconocimiento que existe de ella. Preguntas como ¿Qué en Cádiz salen cofradías todos los días? ó ¿Hay hermandades antiguas? y la más típica y tópica ¿Y allí como sacáis los pasos? La verdad es que como dicen los chavales de ahora, Señora, llega a quemar.
- Lo comprendo hijo, lo comprendo- me sonrió.
Y seguí:
- Cádiz, tiene su propia forma de entender las cosas, aunque soy de los que piensan que en la Semana Santa de Cádiz en donde mejor se trasluce la rica historia de mi ciudad.
Una Imaginería sencillamente espectacular fruto del amalgama de culturas que engendraron la propia forma de ser de los gaditanos. Imágenes de artistas de la escuela italiana, de un barroco exuberante y ahí están las gubias de Pimentel, Montes de Oca, del círculo de la Roldana, o la permanente pregunta de quien fue capaz de darle al Mundo la inigualable Buena Muerte de Dios Crucificada.
Todo un catálogo de pasos y enseres fruto del paso a paso de la Historia y del eterno milagro de hacer una Semana Santa como la que tenemos en una ciudad tan “chiquetita” como la nuestra y las más de la veces tan dejá pa sus cosas como lo es.
Pero, créame Señora, es “pa comérsela”. Y no le digo “ná” ya de sus calles. ¿Conoce Ud. Cádiz?
- La conozco, Paco, la conozco.
En ese momento una especie de alborozo de risas angelicales, lo llenó todo y yo la verdad empecé a mosquearme un poquillo. ¿Quién era aquella Señora a la que todo le sonaba tanto?
Pero la verdad es que no me dio demasiado tiempo a mi reflexión porque de inmediato volvió a preguntarme:
- ¿Dime y como vive la gente en Cádiz la Semana Santa?
- Pues como lo que es Señora, una fiesta. La fiesta de los sentimientos, de las devociones, de sentirse parte de un todo. De un milagro que año a año nos recuerda qué y quién somos, aunque más de uno y de dos se empeñen en poner chinitas en el camino y utilizarnos en pro de intereses que nada tienen que ver con lo nuestro.
Si creo que si, devoción y sentimiento.
Siempre he mantenido que entre un Cofrade y su Fé no caben intermediarios y en la calle se dá el culmen de esta premisa en uno a solas consigo mismo y si no que se lo digan a los miles, si miles, de gaditanos y gaditanas que cada Madrugá van tras las andas de la melena al viento de Jesús Nazareno o del Cautivo de Medinaceli.
No sé ciertamente que dije pero a aquella Señora se le cambió la cara. No sabía si había dicho algo inapropiado que la hubiera molestado, pero su voz me devolvió la calma.
- Te entiendo, yo sé mucho de eso que dices y me gusta que hables así. Mira entre Tornería y tu Calle de Santiago, entre la Plazuela y la Viña, entre la calle Larga y tu calle Ancha, entre la calle Medina teñida de azul Amargurista y tu calle San Francisco donde la Vera-Cruz se hace más verdad que nunca, no hay tanta diferencia. Todas son páginas del libro de los sueños donde año a año, se escribe la Semana Santa según el Sur. Y ¡que quieres que te diga! entre lo que siente un costalero envuelto en la molía de sus sueños y el cargador que deja el hombro prendido bajo las maniguetas en cada tirá que dais para darle sentido a todo, dime Paco, ¿que diferencia hay?
Ya no podía más y casi suplicante y mirándola fijamente a la inmensidad de sus ojos le pregunté:
- Perdóneme Señora, ¿quién es Ud.?
- Yo soy, “la flamenca del manto Rojo” la que vive en San Telmo, me llamo María del Valle y María de las Angustias y del Carmen y de las Penas y Dolores y Encarnación y Soledad y Esperanza y…. y sí soy Tu Madre y la de aquél que incesantemente mira al Cielo de Jerez, porque así lo quiso la gubia de un gaditano. ¿No voy a saber yo de esto?
Abrí los ojos, mi buen amigo Sebastián Romero, me toco en el hombro y me dijo:
- ¿Qué pasa compare? “Tas quedao” traspuesto.
- Pues sí Sebastián sí, si yo te contara.
Y aquella mañana de Viernes de Dolores en la ermita de San Telmo tras hablar de Cádiz y su Semana Santa con el Valle, no pude por más que poner la rosa que llevaba en mis manos a los pies del Cristo y sentirme más orgulloso que nunca simplemente de ser Cofrade, de Cádiz.
Jerez 27.02.06, Víspera de las vísperas.
Extraido de un "conque" de Onda Jerez realizado un lunes de carnaval, que correspondía a la fecha indicada, en la que el cofrade gaditano Francisco José Rodríguez Rincón inició el "debate" y dejó perplejo al auditorio con tal magnífica disertación sobre el Jerez gaditano, como su Cádiz jerezano y ambos cofradieros
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