Siempre, por lo menos desde mi forma de ver o sentir, las Cofradías están ligadas a un amigo, si nos acordamos de un determinado paso o cuadrilla, por lo menos en mi caso, tengo relacionado una cara, en este caso un amigo.
Cuando ese Viernes Santo del ochenta y nueve y estando juntos bajo las trabajaderas de la Soledad de Santa Cruz, si ese día me da por observarte lo que menos se me ocurriría pensar amigo Chato es que veinte años después, ambos seguiríamos juntos bajo la misma cofradía y bajo la misma advocación unidos. Y tan juntos como ese mismo día del ochenta y nueve, que no miré a mi derecha para verte como hoy te veo.
Hay quien dice que la gente de los palos son gente que solo viven y desviven debajo de los pasos y que no tiene mas sentimientos que el palo cuando se le clava y le hace una papa, y……… amigo Chato, yo creo que tienen razón, pero que hay una excepción y esa eres tú. Yo no te veo como cargador aunque mientras yo me haya puesto un capirote tú te hayas deslomado bajo nuestra Soledad. Yo cuando te veo a parte de ser mi amigo, veo alguien que no entiende de Hermanos Mayores, ni entiendes de juntas ni capataces, es mas seguro que con todo lo gadita que tu eres si mañana le cambiamos los palos a nuestra Soledad, y gruñendo, refunfuñando y cagándote en todo lo que se menea de la Junta te pondrías debajo de la Virgen pues tu vida soledana no tiene mas sentido que ir debajo de ella.
Hoy seguimos juntos, uno con un capirote y otro con una camiseta, unos con un cíngulo y otro con una faja, yo delante de tu Virgen y tu debajo de la mía. Hoy como ya nos hemos dicho muchas veces seguimos juntos pues ese día de ese Viernes Santo de ese pasado año, la mismísima Soledad tuvo que decir, ¡tu a encender velas, que a este lo usaré como mis piernas!
Es que Chato, parafrasenado a las viudas de los bisabuelos, nosotros no cumplimos años, cumplimos Viernes Santos.
A la pá de Dió
Cuando ese Viernes Santo del ochenta y nueve y estando juntos bajo las trabajaderas de la Soledad de Santa Cruz, si ese día me da por observarte lo que menos se me ocurriría pensar amigo Chato es que veinte años después, ambos seguiríamos juntos bajo la misma cofradía y bajo la misma advocación unidos. Y tan juntos como ese mismo día del ochenta y nueve, que no miré a mi derecha para verte como hoy te veo.
Hay quien dice que la gente de los palos son gente que solo viven y desviven debajo de los pasos y que no tiene mas sentimientos que el palo cuando se le clava y le hace una papa, y……… amigo Chato, yo creo que tienen razón, pero que hay una excepción y esa eres tú. Yo no te veo como cargador aunque mientras yo me haya puesto un capirote tú te hayas deslomado bajo nuestra Soledad. Yo cuando te veo a parte de ser mi amigo, veo alguien que no entiende de Hermanos Mayores, ni entiendes de juntas ni capataces, es mas seguro que con todo lo gadita que tu eres si mañana le cambiamos los palos a nuestra Soledad, y gruñendo, refunfuñando y cagándote en todo lo que se menea de la Junta te pondrías debajo de la Virgen pues tu vida soledana no tiene mas sentido que ir debajo de ella.
Hoy seguimos juntos, uno con un capirote y otro con una camiseta, unos con un cíngulo y otro con una faja, yo delante de tu Virgen y tu debajo de la mía. Hoy como ya nos hemos dicho muchas veces seguimos juntos pues ese día de ese Viernes Santo de ese pasado año, la mismísima Soledad tuvo que decir, ¡tu a encender velas, que a este lo usaré como mis piernas!
Es que Chato, parafrasenado a las viudas de los bisabuelos, nosotros no cumplimos años, cumplimos Viernes Santos.
A la pá de Dió
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