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martes, 26 de julio de 2011

Obra presentada en el III Certamen literario Semana Santa de Cádiz, 2011

Cádiz, una ciudad, muchas devociones.


Mirando hacia el mar de Cádiz en la misma playa de la Caleta con el firmamento como único punto de mira, una anciana señora de pelo blanco con un libro a medio escribir; la cual la delata ser una señora culta, inteligente y hacedora de su propia historia, detiene su quehacer como escritora y mira a su alrededor para posteriormente plasmar lo que ve, en su diario.


Observa que en dirección hacia el Parque Genovés marcha presuroso un Penitente con túnica blanca, cíngulo y capirote rojo; sus andares delatan que se trata de una mujer. De su mano una pequeña vestida de Hebrea, casi arrastrándola, pues todo parece indicar que al lugar de su destino van con el tiempo justo. Y detrás como guardando unas llaves en un bolso un hombre de mediana edad vistiendo pantalón blanco, zapatillas de esparto blancas, chaquetilla vaquera desabrochada a la que se puede apreciar una camiseta también blanca con una tipografía que pone algo así como “Cuadrilla de Cargadores ….”


Este le pregunta a la señora mientras esta apunta esta historia por la hora…, -¡tarde! Le responde la señora, a lo que este muchacho mientras intenta alcanzar a la penitente y a la niña Hebrea, dice -¡el aparcamiento señora, el aparcamiento!


A todo esto un muchacho relativamente joven con un plano de la ciudad entre sus manos mira a la señora, señora que sin quitar vista al mar de Cádiz se da por observada, pero parece no inmutarse de la presencia de este joven. El joven, al que su acento delata que no es de la ciudad, educadamente le pregunta por esta, y por la celebración de la Semana Santa, único motivo por el que se encuentra allí.


La Señora mirándolo le dice a modo de pregunta que es lo que quiere saber, que con solo retroceder páginas de su libro le podría ilustrar de todo lo que la historia haya escrito de Cádiz.


-Todo señora, quiero conocer cómo se vive, y como se celebra la Semana Santa de Cádiz.


Cerrando el libro y rebuscando una marca en otra página, aunque sin mirar ni leer lo que allí bien podría decir, comenzó diciendo:


- Es una Semana Santa alegre, una Semana Santa viva y repleta de juventud. Hoy mismo son muchos infantes los que acompañarán al misterio de la Borriquita en gozos y alegrías. Hoy la juventud gaditana revivirá junto al Cristo de la Paz ese mágico momento en el que Dios vivo, sale por las puertas de la Iglesia del Carmen convirtiendo la Alameda Apodaca en su particular Jerusalén. La multitud se agolpará entre vítores y aplausos mientras que las campanas anunciarán que en ese momento comienza la Semana de las sensaciones, de los sentimientos encontrados, de la vida…. Para posteriormente ser la de la muerte.


Cádiz es una ciudad que tiene una historia muy compleja, es una ciudad curtida en muchas batallas, es una ciudad amalgamada en costumbres, hoy celebramos el inicio de una Semana con alegría, pero mañana, lloraremos ante la magnitud de un rio de hombres y mujeres tras un Señor Crucificado que saldrá de aquí al ladito.


Misericordia de la vida, el Señor de la Viña, el crucificado de La Palma. Cuando aun estamos gozosos por la vida que nos dejó el día anterior donde la vida solo era vida, hoy esta se transforma en llantos, en peticiones, en oraciones. Un barrio, el más dicharachero de todos los barrios de Cádiz transforma su alegría de 364 días al año en sentimiento, penas y oración. Esa es la grandeza de Cádiz le dijo al joven mientras pasaba página de su libro, ya este comenzaba a escucharla entusiasmado y lleno de admiración.


Esa imagen crucificada se convertirá posteriormente en dolor, en mucho dolor. Azotarán a Jesús con la mayor de las violencias, Jesús herido en su dignidad, herido en su cuerpo, derrumbado, ensangrentado, como muchas veces hemos visto a esta ciudad. Desde el mismo campo de la Jara, desde la Parroquia de San Antonio, será procesionado para que la vida siga el curso de la muerte, para que el sufrimiento de Cristo, elemento casi natural del hombre, sirva como ejemplo y superación al propio destino, y allí estará él con su espalda ensangrentada, estará en San Antonio, en San Agustín, o en la Catedral, para volver a San Antonio, y allí estará, y allí sigue.


Destino que aunque ya es de sobra conocido, queda en las manos de un injusto Pilatos, de un injusto pueblo que desde la Merced se transforma en el pueblo de Dios para aclamarlo y pedir clemencia. Jesús es sentenciado a caminar como nadie camina en Cádiz, a ser mostrado aun vivo como el único Rey, ajusticiado a morir. Jesús el más viejo de todos los viejos, rememorará tanta injusticia que ha padecido el pueblo de Dios. Jesús el de la Merced ha sido sentenciado a morir en una cruz.


Y la llevará a cuestas, y de nuevo otro rio de gentes, otra legión humana acompañaran a Jesús, esta vez Nazareno mientras se dirige al monte calvario. El barrio más gitano de Cádiz y cuna del cante flamenco es el lugar a donde mejor saben rezar cantando, a donde mejor ríen llorando y a donde mejor lloran de alegría. Acompañarán con el único sonido de las innumerables saetas a Jesús con la cruz al hombro. Jesús en Santa María tiene su casa, pero en Cádiz tiene su vida.


Y volveremos a ver la mejor estampa crucificada de todas las posibles, y de nuevo nos preguntaremos una vez más quien osó tallar tan enormemente preciosa imagen de un Señor en su Buena Muerte. Cádiz será siete veces oscura y callada, Cádiz solo será iluminada por la belleza de esta Imagen y por cuatro hachones encendidos. Cádiz será recogimiento al pasar silencioso, solo roto por el sonar al unísono de las horquillas, Cádiz, querido Joven, Cádiz muere los Viernes Santos.


Será al día siguiente cuando veamos a una madre guapa, a una novia bonita que desprende la dulzura por donde ella aparece, y la veremos triste muy triste pues delante lleva el cuerpo yacente de su hijo envuelto en la mejor plata de Cádiz. Y le diremos; Soledad a tú hijo no la lloras tú sola, le llora todo Cádiz, Soledad solo lo eres por Cádiz.


Y entonces el mismo que pace yacente en la mejor de las urnas volverá a vivir al día siguiente, y todo será como hoy, y la alegría de Dios Resucitado dará por concluida la Pasión Muerte y Resurrección de Dios en esta ciudad, y los cofrades gaditanos, el pueblo de Cádiz comenzará una nueva andadura que nos trasladará de nuevo al próximo Domingo de Ramos.


Tras la Resurrección de Cristo querido joven todo vuelve al mismo orden, de nuevo volveremos a ver esa estampa de ese penitente que hemos visto hace un rato, de esa niña hebrea corriendo a trompicones de la mano de su madre y de ese cargador dispuesto a partirse su hombro por el amor a sus creencias y sobre todo a su ciudad.


Mientras le hablaba la señora al muchacho, y este sentado a sus pies la escuchaba sin querer perderse una de las palabras que tan magistralmente le decía, a lo lejos una mujer se acerca caminando, se trata de una mujer que ha sido referida en esta historia ¿su nombre? María, y al llegar al joven le dice:


-¡Vamos levanta!, que ya es tu momento, que llegó tu hora, ya se están abriendo las puertas del Carmen.


Mientras que la Vieja señora de nombre Cádiz, otra vez callada abrió la última página escrita de su interminable libro, y prosiguió mirando la infinidad de su mar.


En Cádiz…..un domingo de Ramos cualquiera.


Fdo. Melkart. (Francisco José Rodríguez Pérez)

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