A finales de los ochenta y principio de los noventa comienza en Cádiz una revolución en la carga. La figura de Silverio Sotomayor de la Pascua como capataz en el paso de palio de María Stma. De Las Lágrimas y del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes, este en sus salidas los viernes de Dolores, marcaron un inicio en nuevas formas más refinadas y estudiadas.
Posteriormente Ramón Velázquez con María Stma. De Las Penas seguiría afortunadamente la estela marcada a la que siguieron otros tantos capataces mas, todos creían que la revolución era la mejor manera para enmendar unas formas bruscas, para nada propio de un desfile procesional.
Pero estos cambios no eran bien visto por muchos sectores de la ciudad, incluida algunas cofradías que tildaban el estilo como “sevillano”. Llegando a ser tan grave las especulaciones sobre la carga, que dicho sea de paso es el que ha arraigado hoy en la mayoría de los pasos, que hasta una Junta Local de Hermandades y Cofradías en pleno con el Director espiritual a la cabeza, interrumpió el caminar del Señor del Ecce Homo silenciando a la banda, todo por no tener el carácter “folclórico” que nos tenía acostumbrado en su mayoría algunos pasos en esa adulterada forma de andar de los años ochenta.
Posteriormente Ramón Velázquez con María Stma. De Las Penas seguiría afortunadamente la estela marcada a la que siguieron otros tantos capataces mas, todos creían que la revolución era la mejor manera para enmendar unas formas bruscas, para nada propio de un desfile procesional.
Pero estos cambios no eran bien visto por muchos sectores de la ciudad, incluida algunas cofradías que tildaban el estilo como “sevillano”. Llegando a ser tan grave las especulaciones sobre la carga, que dicho sea de paso es el que ha arraigado hoy en la mayoría de los pasos, que hasta una Junta Local de Hermandades y Cofradías en pleno con el Director espiritual a la cabeza, interrumpió el caminar del Señor del Ecce Homo silenciando a la banda, todo por no tener el carácter “folclórico” que nos tenía acostumbrado en su mayoría algunos pasos en esa adulterada forma de andar de los años ochenta.
Pues todo estos cambios también tocaba en el carnaval, cuatro años antes de esta ya conocida como “bronca del palillero” Pedro Romero escribe un pasodoble alusivo a la carga y su genuina forma, a la que instaba a que no se debiera perder. En el que decía que el estilo que se quería imponer era propio de, en este caso de Sevilla y no de Cádiz.
El pasodoble es el siguiente:
Allá en el fondo se ve
unas luces avanzar
como un rio de cirios
Se ve el incienso subir
en la noche sutil
de azahares y lirios
Cuando llegan los pasos
en filigranas de movimientos
el compás de las olas
los cargadores llevan por dentro
Y el capataz mandando delante el paso
con ese estilo nuestro y con ese garbo
y las horquillas suenan “toas” a compás.
Pero que pena me da
que a nuestra tradición
se la quieran cargar
Cada pueblo tiene sus pasiones
su manera y su estilo
cuando saca sus procesiones.
“Pa” nosotros son los cargadores
los que meten el hombro,
el costalero su riñón.
Que nunca se pierdan esas “levantás”
que llegaban al cielo
y esas “recogías” al amanecer,
los hombros sangrantes de los cargadores
y con el orgullo de cumplir el deber
Cargador de “Cai” por eso te digo;
no cambies de estilo, no tragues chiquillo,
que aquí hay que morir hoy contigo
A la pa de Dió
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