Pasada la Semana Mayor del 2015 quiero destacar el enorme mérito que tienen las cofradías ( y los cofrades) de Cádiz. En una ciudad donde muchos de sus habitantes (me cuesta llamarles ciudadanos) contemplan el paso de las procesiones sin tener la menor idea de lo que está pasando por delante de sus narices; donde ni se conoce ni valora el derroche de patrimonio, de historia y también presente que se muestra; donde al parecer se creen que los que participan en un cortejo no son también vecinos de Cádiz merecedores de respeto; donde, por poner un ejemplo, un niño con una trompetita o tambor puede estropear el mágico momento de la interpretación de una sublime marcha sin que el supuesto padre le diga nada; donde poco se respeta, en definitiva, una procesión de Semana Santa.
En este contexto tiene aún mayor mérito la Semana Santa de Cádiz
Cierto es que las cofradías, los cofrades, de Cádiz tenemos muchas carencias pero no es menos cierto que en general las hermandades gaditanas, sus cofrades, presentan a la ciudad unos cortejos, unas procesiones para entendernos, muy, muy dignas. A pesar de la situación económica, de la situación social, del influjo negativo en la ciudadanía de la fiesta de Febrero, en Cádiz hay muy buenas cofradías. Cada una tendrá su pecadillo, su carencia, su error más o menos grave, pero en general el conjunto es bueno. Dejando para otra ocasión el lastimoso y suicida debate (cuando dejan debatir) de la carga ¡qué de energia malgastada en este asunto! hay una carencia básica, vital, que ayer me señalaba mi buen amigo Manuel Bernal "muchos cofrades de Cádiz no terminan de creerse esto" se refería Manolo, a la fuerza, vitalidad y autenticidad de la Semana Santa de Cádiz. Y claro, si muchos de nosotros no nos lo creemos ¿qué podemos pedirles a los demás?
Carlos Alarcón
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