Dicen que después de cada concierto la música muere. Cada interpretación de una melodía es un momento único, distinto al anterior y diferente al próximo. Y así, como un Ave Fénix constante, la composición musical renace en su salto de las partituras a la vida. Un trance que un Viernes de Dolores de los años 40 quedó inconcluso para el Stabat Mater compuesto en por Antonio Maqueda, maestro de capilla de la Catedral de Cádiz a finales del siglo XIX. La pista de la virtuosa composición realizada pensando en la Virgen de los Dolores de Servitas se perdió en la noche de los tiempos a la espera de una resurrección que parecía no llegar nunca. Hasta el 8 de diciembre de 2011, esa será la otra fecha para el recuerdo de Servitas. La primera será la de la coronación de Dolores, la segunda, la recuperación de «una obra de gran formato, magistralmente compuesta», «la prueba de que en España se hacía buena música» o «la composición creada por devoción, no por encargo».
Las valoraciones no son baladíes, las aportan los dos responsables de que el reestreno del Stabat Mater de Maqueda sea posible: Javier Orellana (historiador del arte y músico de Virelay) y Jorge Enrique García Ortega (profesor de canto en la Academia Musicry de Jerez de la Frontera, musicólogo experto en la recuperación del patrimonio musical y director de Virelay). Entre los dos han descubierto una obra «emocionante». «Todo aquel que venga el 8 de diciembre a San Lorenzo se encontrará una sorpresa. Es pleno romanticismo, busca remover el sentimiento individual de cada uno», explica García sobre una composición que ha sido transcrita y revisada durante casi siete meses.
«Lo cierto es que era un sueño largamente acariciado por la Orden y ahora era el momento de hacerlo», añade Orellana. Y por ello, «despacio pero sin pausa» digitalizaron la partitura general y las particellas de los distintos instrumentos, todas ellas a mano. Documentos que aparecieron de forma casual, como recuerda el propio Orellana: «La partitura general de la obra si estaba localizada pero las distintas particellas aparecieron en un altillo de las dependencias de la Orden durante las obras».
Medio centenar
Y así poco a poco se fue desgranando una transcripción fiel a la composición pero adaptada a los tiempos actuales con la que ya trabajan en Virelay. Será una importante empresa en la que participarán medio centenar de personas entre coro (unas 25 personas incluyendo a cuatro solistas) y orquesta (de 'La Orquestina' con instrumentos de viento y cuerda entre los que se incluyen instrumentos ya desaparecidos como el figle, antecedente del saxofón).
Un gran despliegue para una obra concebida para concierto y distribuida en nueve partes. Cada una de ellas «juega con los elementos con gran variedad». Todo ello festoneado con un final impactante con voces a capella y un final que conecta con el principio. Y es que para algo Maqueda se tomó su tiempo para la composición. La fecha oficial de finalización es en 1881, sin embargo es seguro que el maestro de capilla de la Catedral empleó cierto tiempo para acabarlo. El motivo lo apunta Orellana: «Lo hizo por verdadera devoción a la Virgen».
Un sentimiento que se palpa en una obra que va más allá de cumplir con un encargo o el gusto del público. El Stabat Mater de Maqueda que volverá a sonar en diciembre promete convertirse en una de las plasmaciones más puras el dolor de la madre. La música para un duro mensaje que comienza así: «Stabat Mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa, dum pendebat filius». O lo que es lo mismo: «Estaba la madre dolorosa junto a la Cruz, llorosa, en que pendía su hijo».
Fuente: La voz de Cádiz
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